(a)
La enfermedad
comienza aquí. Aquí termina el cuerpo, la simetría la
belleza de tu rostro. El día casi. El éxtasis el trance que está
por comenzar es invisible. De ahora en adelante, si
piensas en la muerte, no será por ahogamiento ni electrocución
ni por incendio. No habrá espacio entre tu máscara y tu
piel para anudar la soga, temerás a los cuchillos y al veneno y
las alturas. De ahora en adelante, acopiarás tumores
como una
alucinada.
PEQUEÑA
CAJA DE CRISTAL DONDE SE EXHIBE:
bala mágica o
sexual
pequeña joya
pequeño monstruo
(Soy un pensamiento
vertical. Una caída.
La palidez me
separa del mundo.
Mi fábula de
moribunda tendrá fin
antes de que el
extranjero pronuncie mi
nombre.)
(d)
En la enfermedad, como en el sueño, el sexo es absolutamente real.
Escucha:
Tu sombra,
tu camino de animales,
es irrepetible.
Ahora vas a quedarte muy quieta. Vas a apagar en ti a la desbocada. Te crecerá una madriguera un cielo adentro de los ojos. Vas a preguntarle al incendio por tus manos.
(El hospital es devorado por la casa.
Estoy aterrada
en un presentimiento)
tercera opacidad
(un retrato)
disfrazada de umbral, la cancerosa.
un egoísmo atroz. ojos que ocultan el sufrimiento y la
fascinación. su cicatriz como collar de victoria.
[de la naturaleza de las cosas que están sin terminar]
un paisaje dispuesto a irrumpir en el discurso para decir: hay una batalla elemental entre la u y la u de este idioma blanco para decir: hay una región salvaje en la memoria de la enferma alucina, tiene visiones no está cubierta de vida luminosa está cubierta hace preguntas sobre la nieve sobre imperios desaparecidos sobre aquello que separa al hombre del relámpago es la hora en que las ciudades se rompen en ese cuerpo el daño fundamental está hecho al ojo la ceguera le vino por deslumbramiento pobre criatura invisible tú, la manchada de frío, la del cáncer en el sitio del lenguaje huyes de la claridad y no sabes por qué
ELLA que cae desmayada sobre el piano (hay un estupor en la caída). visión nocturna. ojos de prunellas esparcidos por toda la montaña, beligerantes. lluvia de escorpiones. noh. esas máscaras. (wakaonna) (awaotoko). ella que al decir ardeola desata una erección en los jardines. una niña en celo habla por su boca. su saliva. ella cuando escupe castañas. plantas venenosas como ofrenda. noh. the sadness of being blind is coming.la ciega alucinada no soporta el peso de las máscaras. le basta con la sombra del lenguaje
y la anestesia
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El
cuerpo que enferma es un cuerpo desanudado. ¿No es acaso, el lenguaje
de la enfermedad, un mapa de signos? El cuerpo es un rumor, una
incertidumbre. La pira en la que se quema el incienso, el manto de una
niña que erige un jardín en sexo desplomado, el vértigo radiactivo, el
pozo del deseo. También el [otro] cuerpo de la isla, que enfermó a la
vez que el cuerpo de la poeta. Esa bifucarción abre en el libro un
diálogo nuevo. Se establece ni lamento ni furor ni pánico, se establece
un abecedario, un cálamo, unas letras que se retiran para dar paso a
otras. Se establece una conexión celular con un vocabulario que escribe
en el órgano dañado, la perla de la belleza también es de azufre. Nadie
dijo que la belleza no pudiera habitar el miedo.
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Daniela Camacho. En la punta de la lengua (Tintanueva, 2007), Plegarias para insomnes (Praxis, 2008 y Fundarte, 2010) y el libro de palíndromos Aire sería (Praxis, 2008), Pasaporte ((c)acto, 2012), junto a Natalia Litvinova y Beatriz Paz, [imperia] El perro y la rana (2013).
Imágenes: Christy Lee Rogers
Imágenes: Christy Lee Rogers
2 comentarios:
Certera poética de Camacho.
nos leemos.
Besos.
Cierto, certera.
Saludos.
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