Mar Benegas: río de junio

sábado, 6 de marzo de 2010

río de junio


el río era todavía virgen,
su cauce un vergel de grillos y lombrices
dos niños prohibidos bajábamos,
con la serpiente y un verso en las sandalias
nubes de barro, sudor limpio y dientes de leche.
Una suelta de lápices y plumieres,
y miedo de que nuestra ropa manchada pudiera delatar,
el gozo misterioso de los más osados.

la subversión era dejar caer vestidos y pantalones,
saltábamos al agua como mariposas,
sin permiso de dios, ni de patrias adultas,
sin permiso de aquella algarabía de gotas,
ni de un solsticio de barcos flotantes,
sin más permiso que el que otorga
un verano recién nacido y sus días alargados
o la savia goteando en las pieles.


Confundíamos a truchas y libélulas
con nuestra guerra de risas,
sorprender al agua era fácil,
la solidez de nuestros torsos la dejaba perpleja,
preguntándose mil veces
si éramos cañas, bosques, o pájaros sin alas.
Y llevábamos la paz a las corrientes
y conspirábamos voluntades a la higuera,
y éramos artesanos de arcilla
junto a estibadores minúsculos,
éramos crecida después de la tormenta,
arañas y tejedores y sus danzas pulsátiles,
éramos un mundo de pies descalzos,
éramos pequeños y hermosos,
éramos lentos, como erizos de calma.

E ilegibles a nuestros quehaceres
rodaban volutas de un amor arcaico,
de aquel aguacero de verdades y lagartijas,
de un íntimo sortilegio de costillas y hambre,
de una alegría cósmica recién reconocida,
seis años, siete, eran el frescor del río
en una tarde de junio,
eran suficiente para ser pequeños,
éramos pequeños,
pequeños y hermosos como aquellas sandalias.

2 comentarios:

Eva Monzón dijo...

El agua de un río siempre renovado, nunca quieto, presente en los recuerdos, buscado bajo los reflejos del sol de cada uno.

Yaiza Martínez dijo...

Muy hermosa tu poesía, llena de vida, de su paso. Me gusta tu blog, un beso, Yaiza