interpelé a las curvas, a las ondas,
que invocaran una calma sin párpados,
que expulsaran la tristeza que clama
con un ariete de pueblos
-no es mío ese dolor:
pertenece a los bolsillos-
pero tuyo al mío voló
como semilla sin tierra
yo era noche
-suspiro de escorpiones-
no hallé el suelo, ni una silla,
ni una arista leve,
ni un centímetro de piel,
donde poder sujetarme,
vértigo fui
y la noche con sus piedras
a V.G.
que invocaran una calma sin párpados,
que expulsaran la tristeza que clama
con un ariete de pueblos
-no es mío ese dolor:
pertenece a los bolsillos-
pero tuyo al mío voló
como semilla sin tierra
yo era noche
-suspiro de escorpiones-
no hallé el suelo, ni una silla,
ni una arista leve,
ni un centímetro de piel,
donde poder sujetarme,
vértigo fui
y la noche con sus piedras
a V.G.
1 comentario:
Poema vertiginoso. El dolor es la excusa de los desorientados; las aristas punto de apoyo; la noche se duele de soledad... Vértigo y pregunta.
Maravilloso, como todo lo que haces.
Ahhh, gracias por contar conmigo para el homenaje a Hernández. Me encanta la idea.
Besos, amiga. Buen finde.
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