y más tarde tu lengua perfumó tu cabello,
desde un cráneo desnudo
y se perfumaron también
las odaliscas y los vertederos
se olieron los perdidos y por fin se hallaron
y las conchas envidiaron el olfato de los pubis
y se guisó un cortejo de reyes y bufones con fragancias de injusticia
porque no hubo sentimiento que tú no conocieras
y entre los diez mil aromas que en ellos encontraste,
tus epitelios congregaron a la furia y al invierno
y hasta el bulbo olfatorio penetraron, la dicha y timidez adolescente
y tu hipotálamo no vetó al odio ni a la herejía
sacudiéronse colchones y sus ácaros
y cuando los pobres lloraron aireáronse las conciencias y los mosquitos
se llenaron las lunas de narices y zánganos
y compitieron las nubes con babosas y sierpes
y toda la fragancia del hielo y los cadáveres, supuso alimento de alegóricos obreros
y con la lírica constante del trote del caballo, viajaron epopeyas de centauros y rapsodas
y los pianistas que olían la lluvia en los paraguas, tocaron el piano con las células basales
así fue, que apestosos se volvieron huraños, como el moho del pan y el rebuzno del asco
perfumó tu cabello, se perfumó el barranco
desde el craneo desnudo del mundo
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