(Hallazgo)
Sobre
la primera roca se sentó el hombre derrotado. Desde que ve todo lo
que existe y las voces le susurran, ve todo lo que existe y las voces
le susurran. También lo llaman enfermo cuando los pájaros salen de
su boca.
La
Huesera tuvo que acunarlo. Ni amonestación, ni crítica, ni
compasiva complacencia, sólo un trozo de plástico amarillo,
-amuleto-, le dijo. No debió abrir el parietal desbocado.
El
hombre se recrudece en su delirio, se gesta en la inocencia, se
adelanta a la violencia de la respuesta, se adentra en la
persecución. Le cuelgan de los brazos los legajos de la infancia, se
van descomponiendo como un caleidoscopio trágico. Pero todo es
blanco y la luz le perfora los ojos.
Harán
pasta con su mente, pero no habrá química que cierre La Puerta.
Podrán sedar a sus caballos, pero ni bridas, ni bocal, ni montura.
No
debiste decírselo a nadie. Debió esconder ese secreto la poesía
-le dice La Vieja-.
Tú
observas en la distancia, sabes que bajo la roca también algo tuyo:
el hilo rojo teje todas las mentes. Observas pero no hablas.
Quisieras poseer el talismán amarillo.
Contorsión, expansión, sedación. Todo el
entramado, como una figura de cobre, el hilo fino, que se desangra de
sus dedos. Cargaste el peso hasta el día de su muerte. La línea es
tan fina que parece una metáfora, y con ella construyes los versos:
la demencia sólo es una percepción más o menos profunda de la
realidad, la demencia es roja, como el hilo que une todas las
mentes, la demencia (solamente) es una puerta. Aquella escalera
empinada. Aquella habitación/desván/sumidero. Aquellas cajas ¿qué
guardaban? Aquella puerta ¿pude atravesarla y volver? ¿solamente
dormida?
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Parietal
(dos)
Este
dos no es simétrico. Pero guarda el reflejo de una vena, todavía la
carne, el pequeño túnel que ha sido torrente. El uno se imbrica
sobre el lomo del pasado. Parietal concede sagita o porción de
defensa, nace del temor. Vientre a condición de lo plano más
arriba. Es la escalera que conduce al salto, al derribo, a lo
bascular flotante, es un subterfugio del aura, una salida del alma
hacia atrás. Sutura sagital es su geometría pura, el hueso viene a
cantar la aritmética sagrada, sus ángulos corresponden a la
cuadratura del círculo, su cuerda y arco se tensan, siempre está
defendiendo lo que está detrás. La cortina guarda en su lar una
lámpara de aceite. Tienes miedo a lo que no puedes ver, por eso no
lo nombras. Ellos son los de detrás, siempre persiguiéndote. Dos
tablas de tejido óseo compacto que cubren una región media de
tejido esponjoso. Contenedores
de todo lo pensado, la presa o barranco, a lo neuronal: barricada,
porticón, puente levadizo por donde se escurre el alma de los
miserables. Contiene el brote psicótico, la locura, el torrente
creativo para que no se pierda. Sus esquinas protegen los nombres de
los dioses: Bregma, Lambda, Pterión y Asterión, si rompen llegarán
las voces. Es un hemisferio sumergido, fosas de Pascionni llenas de
corpúsculos. La Huesera es la única que podrá hablarle sin temor a
enajenarse. Deja que ella te descubra su extensión.
Imagen: Susana Do Santos (http://susanadosantos.blogspot.com.es/) Susana Do Santos es artista plástica y profesora de pintura, va a ilustrar el libro de La Huesera, como no podía ser de otra manera.
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