Huesos
del tórax:
(Hallazgo)
Dar
la vuelta y volver a subir.
Llegar al esternón. Lo que va delante, lo que va detrás. La jaula.
Hablar
desde la curvatura. Una filigrana biológica que hace pronunciar a la
escápula. Trabecular imbricado, cal viva que limpiaba las paredes de
la peste.
El
hueso es mineral. Piedra viva o filosofal. Alquimia del ánima/animus.
Ni oro ni rubí: fósforo y calcio, bicarbonato y magnesio, sodio. El
que entiende esta verdad se desconoce del ruido. Sabe nombrar lombriz
y ceguera. Comprende la diáspora como una amputación de la parte
más barrosa del cuerpo.
Laminillas
y conductos alimenticios, otros. Como la radial circunferencia del
tronco, la edad no olvida que se fue niño, recuerda el embrión, la
semilla o mesénquima del que creció, esa memoria biológica acude
a beber al hipotálamo.
En
este punto habrás de coger aire. Hinchar los pulmones para sentir la
presión de los huesos, para saber que sigues todavía entre el
latido y la vida.
(Imagen Susana Do Santos)
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